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viernes, julio 23, 2004

Libro



Poemas del libro inédito 'Chan Marshall', de Luis Chaves.

 

Slender fingers / slender limbs

No se trata del compacto
que sonó mientras dormías.
Ni siquiera es la noche
que una ambulancia enloquecida
rasga por la mitad.

Entonces por qué esa voz
que te ordena:
basta ya de lloriquear
por lo que no te fue dado;
de dónde la voz que dice:
basta ya de esa cebolla
en lugar de corazón. 

 

Chan Marshall se duerme oyendo su canción preferida

De pie, en mitad del jardín,
silenciosa como la fotosíntesis
que ocurre a su alrededor.
Eso es lo que hay.
Eso y el humo invisible
de aquellos cigarrillos
que alguna vez fumó
sentada en el suelo
en una habitación a oscuras.

 

Traducción libre de un tema inédito de Chan Marshall
 

i
 
Arrancaron la hiedra.
De raíz. No les fue fácil, sin embargo.
Emplearon podadoras,
palas y guantes para no lastimarse.
Esa hiedra que tardó años en cubrir
la pared al fondo del patio.
Aferrada al concreto, parecía resistirse.
Era su territorio.
Si hubiera podido hablar
no lo hubiera hecho,
habría gritado,
no hubiera perdido el tiempo
en hacerlos entrar en razón
porque el objetivo de esta mañana
era cortarla, ver la pared lisa, perpendicular.
La hiedra dejó marcas
como huellas de ave pequeña,
similares a las que dejan en la arena
los pájaros marinos.

Tenías dieciséis en esa foto,
atrás la hiedra crecía como un cáncer.
Sin simetría, con determinación.
Dieciséis y ya sabías
lo que las manos no alcanzaban,
lo que era tu nombre escrito en tinta china,
lo que era una canción repetida hasta dormir,
despertar con ella.
Sabías de esta ciudad de tullidos,
obesos y descompensados,
condenada a la pequeñez.
La hiedra nada sabía de eso
pero crecía detrás tuyo
en la misma foto
donde aún tenés dieciséis
y ya la pared está totalmente verde,
cubierta por la hiedra que no sabe
lo que nosotros sí.
Por eso pueden cortarla de raíz,
con esfuerzo pero con éxito.
Al sol le da lo mismo,
igual cae directo sobre la pared
donde no está tu sombra.
Ni la hiedra.

 
ii
 
La lluvia sobre tu nombre
escrito con tinta china, ¿recordás?
Empezó a correr sobre el papel,
sin simetría, con voluntad propia.
Como lo haría una hiedra en la pared
donde alguien hubiera podido tomar una foto
a la niña de dieciséis,
que ya no era niña,
obsesionada con la palabra deformidad,
dormida escuchando la misma canción
que ya es difícil precisar de dónde proviene
si de adentro o de afuera
yellow hair / you are such a funny bear
Y las cosas que crecían sin saber nada de esto.
Durmiera o no la niña, crecían, como el cáncer.
La hiedra también.
Entonces el nombre se convertía en otra cosa:
una mancha negra sobre papel,
como una enfermedad
o la idea que tenemos de la enfermedad.

La hiedra en cambio
no tiene ideas.
Si se enferma, muere.
La niña tiene ideas,
se enferma, muere.
Pero la hiedra estaba sana,
seguía creciendo,
empezaba a invadir la casa del vecino.
El vecino tullido que vive con su madre,
la madre obesa,
la familia descompensada
que tenemos de vecinos.
De todas formas, la cortaron de raíz
aunque estaba sana,
de un verde temperamental.
No porque tuviera ideas la planta
sino por cosas que explicaría mejor
un biólogo o un botánico
o tal vez la gorda de al lado
que vive hablando de su jardín,
del jardín y de la voluntad de un dios
que le envió un hijo tullido
como castigo tal vez,
por obesa,
por gorda,
por solterona,
por vecina,
por que sí.

Porque no hay razón para nada,
un día algo está sano,
la mañana siguiente lo arrancan de raíz.
Un día se tiene dieciséis
y la vida es una extensa playa en la tarde,
la arena tatuada con huellas de pájaros marinos.
Y ese momento dura lo que dura
una canción que se repite
hasta entrar en el sueño
mientras lo demás sigue creciendo,
dentro y fuera,
en silencio,
lejos de la simetría,
con determinación.

 

Titular

La pregunta es:
¿seré tan estúpido
como la música que me gusta?
O la pregunta es:
¿qué se leerá en los titulares?
Un linaje que abandona los bosques
y desarrolla el cromosoma
de la inseguridad.

En el futuro está la mañana
en que te pasearás por el parque
y en la sombra del monumento ecuestre,
para mayor precisión,
en la sombra de la mano
sobre el adoquinado,
colocarás el tetrabrik vacío
como si el benemérito brindara
por vos, por ella, por la patria,
por la tribu de reductores de cabezas.

Pero todavía falta el paso del tiempo,
cubrir esa curva descendente
que el calendario traza
en números enteros,
y la música que escucho
aún no supera la inutilidad
de escribir en verso
lo que a todas luces es prosa.
Alguien tiene que decirlo:
más que literatura,esto es deforestación.

 

Síntesis

De un día entero de trámites
en la ciudad,
un solo recuerdo:
los peruanos del parque
y la versión con instrumentos andinos
de una canción pop de moda.
Del mes, una certidumbre:
muchas madres fuman
durante el embarazo
y conocemos a sus hijos.
Del año, una conclusión:
el ave nacional es el pollo frito. 

 


Lo demás es literatura

Escribo la historia de una hiedra,
la niña y los desenlaces.
Todo oyendo una canción
que me hubiera gustado componer.
Todo porque hoy tampoco viste a tu hija
y no encontré palabras de consuelo. 

 

 
Chan Marshall dixit (versión larga: Dr. Elephant)

Una vez dijo que bailar
es una exageración.
Otra noche vio pasar a un indocumentado:
la mitad de su sombra en el asfalto;
la otra en la pared. 

 


Los otros
 
San José no fue más
que luces a la distancia:
una constelación administrativa
que de noche disimula el subdesarrollo.

El resto, latas vacías de una cerveza
que despreciaron por tibia;
la bombilla insuficiente
de un carro con puertas abiertas;
el sentimiento que, devaluado,
llamamos afecto. 

 


X

El rumor del televisor ajeno
se mezcla con lo que llaman
?la voz de la conciencia?
mientras muerdo el pan
y queda la forma de mi boca,
y no es fácil explicar la relación
entre estas cosas,
ni por qué insistir en contarlas.

 
Las hormigas que me dio culpa fumigar
secaron finalmente la hiedra.
Bajo esos mínimos y detenidos relámpagos
que son los tallos sin vida
se descubre, en el concreto,
la imprenta de uno de los albañiles:
Dago / 1947.

 

 
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El disco Moon Pix (Matador, 1998) de Chan Marshall sugirió muchos de los textos aquí reunidos, y casi toda su atmósfera. Slender finger/ slender limbs es frase de una de sus canciones, lo mismo que yellow hair / you are such a funny bear.

Traducción libre de un tema inédito de Chan Marshall no es una traducción.

Chan Marshall, Mauricio Molina, Osvaldo, Florencia y G.W. son víctimas de mi atrevimiento. No pedí permiso. Ahora pido disculpas.

 
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Luis Chaves (Costa Rica, 1969) publicó tres libros de poesía: "El anónimo" (Ed. Guayacán, Costa Rica, 1996), "Los animales que imaginamos" (CONACULTA, México, 1998) e "Historias Polaroid" (Costa Rica, 2000). Entre sus destacadas virtudes, cuenta con una asombrosa vocación para beber y un característico mal ojo para elegir sus amistades. Un grande.

Codirige la revista de poesía latinoamericana Los amigos de lo ajeno


 
 
info: 
 
Fragmento del libro "Historias Polaroid"

"La aparición de "Historias Polaroid" (2000) le bastó al costarricense..."

i    El poema que ocupó el lugar de una hiedra
 
 












n1m10 at 22:10

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